lunes, julio 05, 2010

Perder

No hay peor cosa que perder algo. Porque en el mejor de los casos, después viene el olvido, en el peor la melancolía y en el más trágico la negación. Perder algo puede significar el simple hecho de perder las llaves, luego recuperarlas y nunca darnos cuenta de qué hubiera pasado si realmente las hubiéramos perdido. Por lo tanto, eso realmente no es perder, es olvidar dónde lo hemos dejado.


Pude perderme, no encontrar dónde estaban mis manos. La ausencia de sonidos en mi cabeza me llevó a creer que también había perdido la voz. Caminando, me encontraba solo, quizás también había perdido el rumbo. Luego en las noches, entre los rumores de la calle nadie podía verme, ¿Me perdí yo?


Encontré entonces, un montón de miedos regados en el suelo, papeles sin dueño pisoteados por el andar de una ciudad. Pude salvar algunos, pero los demás, esos creo que también los perdí. En mi bolsillo izquierdo cercano al corazón, guardaba un recuerdo, un retrato, una cena, un abrazo, sé que guardaba algo. Mi bolsillo se vació, quedó libre, sin recuentos, rencores, ni fotos, ni cenas, ni nada, ni nadie.


Fue entonces que decidí vaciar todos los bolsillos. Sacar de todos, lo que alguna vez había importado. No me había percatado de todo lo que llevaba cargando. Los dejé limpios de nuevo. Sin razones, justificaciones, juicios, viajes, sin gente, sin regalos y mucho menos, ideas que nunca existieron en la realidad. Por fin, perdí todo lo que quería perder y encontré a quien se había perdido. ¿O era sólo que olvidé dónde me había dejado?

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